Ayer supimos que Pedro Sánchez será el nuevo Secretario General del
PSOE, un partido roto y abierto en canal. Con un 50,21% de los votos
de la afiliación,
se ha alzado Sánchez con esta contundente victoria, a pesar de las
oscuras maniobras de la gestora pesoista, de la mayoría de sus
barones y del establishment
mediático.
Lo mejor de este proceso ha sido la masiva movilización de la gente
de a pie de las Casas del Pueblo que, con su participación, ha
expresado su voluntad sobre el rumbo que debe tomar este histórico
partido. Las terribles presiones sufridas para firmar
muchos avales por Díaz
se han puesto de manifiesto, los de siempre han quedado retratados y
no han podido frenar la victoria de la militancia.
El
PSOE, su cúpula, lleva muchos años alejado de sus afiliados y de la
ciudadanía en general, ha renunciado a sus verdaderos orígenes,
haciendo
o defendiendo políticas socioliberales de derechas,
en contra de las trabajadoras y trabajadores y de los servicios
públicos que están siendo masacrados. Esto ha producido el
alejamiento y la pérdida de votos de mucha gente de la calle, que no
reconoce a estos dirigentes como garantes de sus derechos básicos
irrenunciables.
Hoy
22 de mayo, en la calle Ferraz empieza a vislumbrarse un pequeño
rayo de luz, después del terremoto político que ha provocado la
militancia del PSOE. Pero a pesar de todo, va a hacer falta mucho
hilo para remendar este roto, y un bisturí muy fino para sanear
aquello que se pueda salvar, deben detener la gangrena que hace ocho
meses provocó el
golpe de estado a Sánchez;
todo indica que ha habido tanta “sangre” en el camino, que es
complicado transfundirle un soplo de esperanza para el futuro
inmediato. El partido que fundó Pablo Iglesias Posse está muy
malito, si quiere sobrevivir debe volver a sus raíces de partido de
izquierdas, donde la coherencia, la credibilidad perdida y la
apertura a la sociedad son fármacos fundamentales para curar al
enfermo. Pero a lo mejor es mucho pedir, y los dinosaurios perdedores
(Susana Díaz, Page, Puig, Lambán, Vara, Fernández, Bono, Guerra,
Felipe González,...), unos dirigentes que no merecen la sufrida
militancia socialista de izquierdas, siguen con sus orejeras,
poniendo palos en las ruedas y no facilitando, con sus posturas de
talibanes, un próximo Congreso Federal que pueda iniciar la
refundación de este histórico partido. Ha quedado demostrado, tras
las primarias socialistas, que Susana
Díaz
y el rancio aparato del PSOE no conocen a su afiliación y algunos
como Emiliano García Page, que ligó
su futuro al de la lideresa trianera,
debería irse de forma inmediata a la cola del paro.
El
nuevo liderazgo de Sánchez debe ser para refundar un partido que
pasa por sus peores momentos. Muchos sabemos que el problema del PSOE
es el propio PSOE, una formación política que han deformado sus
gerifaltes nacionales y locales de toda la vida, amarrados al sillón
y a la fontanería.
Las
heridas están muy abiertas, la desconfianza entre unos y otros se ha
hecho pública en los últimos meses. La guerra fraticida no se paró
en la
noche del domingo,
no se vislumbra una tregua necesaria. ¡Una auténtica pena! Pero a
pesar de todo, puede encontrarse una leve luz al final de este túnel.
Si el PSOE, dirigido por Pedro Sánchez, no quiere ser un partido
residual en los próximos años, debe apostar por una profunda
regeneración interna y abrirse a proyectos
de unidad con formaciones de izquierdas,
sumando fuerzas para desterrar la corrupción de nuestras
instituciones, dado que la urgencia democrática manda.
Ya
va siendo hora que desde el PSOE se implementen programas e
iniciativas que den respuesta a las necesidades de la mayoría de la
clase trabajadora, dejando atrás a las
vacas sagradas
y a unos dinosaurios que han perdido totalmente el norte, por el bien
de una gran mayoría de españoles y españolas. ¿Pedimos un
imposible?
Sánchez,
necesita
mucho liderazgo
colectivo,
trabajo codo a codo con su afiliación y simpatizantes. Esa
complicidad es imprescindible, bajando a la realidad y a los
problemas del pueblo, aplicando otras políticas sociales y
económicas en beneficio de los más necesitados. Pero si siguen los
vigías de siempre en las atalayas de las puertas giratorias, en
Fuensalida, en la Casa Perona o en vicepresidencias de la Diputación
Provincial de Albacete, haciendo de las suyas, será el fatídico
presagio de una “muerte” casi anunciada.
Tampoco
podemos olvidar que la
crisis europea de la socialdemocracia
también está llamando a la puerta del PSOE, el maremoto que ha
ahogado a los socialistas italianos, griegos, holandeses, franceses,
etc, está llegando a nuestro país; quedan pocos salvavidas, los
flotadores son escasos, ¿será Pedro Sánchez, la última
oportunidad? ¿Habrá que hacer el boca a boca con las verdaderas
raíces socialistas para no perder a este histórico partido?
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