Estimado Herr Rajoy: quería trasladarle desde las cavernas más
profundas del infierno el agradecimiento que mis camaradas y yo
debemos a quien tan valientemente ha defendido que el cuerpo de
nuestro compañero, Francisco Franco, siga reposando en el Valle de
los Caídos. El Congreso
de los Diputados de España ha aprobado que su gobierno saque a
Franco de allí, pero usted, a su manera, ha enviado
las propuestas aprobadas por las instituciones de esa cosa llamada
democracia a la basura. Mi Führer destruía leyes y gobernaba sin
ellas; usted
es más original, simplemente las ignora y no se mete
en líos ni deja que le den la lata con esas cosas del pasado.
Disculpe, pero no me he presentado: soy Heinrich Himmler, el
comandante en jefe de las SS nazis, a quien usted creo que conocerá.
Por si su memoria le falla, más arriba puede contemplar una
fotografía mía con Franco, en mi visita de 1940 a Madrid.
Casi ochenta años después, reconforta saber que usted, a pesar de
estar muy atareado, no ha olvidado ser agradecido con Franco, quien
aupó y protegió al fundador de su partido, Manuel Fraga. Aunque
ardiendo para siempre en la memoria de la humanidad por los crímenes
que cometimos, mis camaradas nazis y yo vitoreamos con entusiasmo a
Herr Rajoy, quien ha decidido que el Caudillo siga donde merece. Mi
Führer, Adolf Hitler, quemó el Parlamento alemán. Usted, que
gobierna en los tiempos de lo políticamente correcto, ignora
a su democrática manera lo que el Parlamento aprueba.
Auschwitz
y mi nombre irán unidos para siempre en la historia.
Sé que hay quien ha dicho que Franco protegió a los judíos y que
no colaboró con nosotros, los nazis, pero todos sabemos que eso es
mentira. Ese catalán, Martín
de Pozuelo, es uno de los que ha terminado por descubrirlo todo.
Ese catalán ha descubierto mucho sobre nosotros, quizá para
vengarse de que la Gestapo
le entregó a Franco al presidente de Cataluña para que lo fusilara.
Companys, creo que se llamaba. También es catalana y judía esa
señora que ha narrado el hallazgo de las siete cajas en la
que se demuestra cómo nosotros y Franco destruimos a su familia.
Dory
Sontheimer, se llama.
Usted sabe que soy responsable del asesinato de millones de personas,
padre de la Solución Final y de uno de los inventos más
estremecedores del siglo XX, los campos de exterminio nazis.
El caso es que usted sabe que Franco
y yo colaboramos intensamente y con su cuñado,
Serrano Suñer, compartimos las experiencias de nuestra Gestapo y de
nuestras SS para la captura, tortura y asesinato de la oposición
política española y de las razas inferiores. Un poco después,
cuando perdimos la guerra, el caudillo Franco también nos siguió
ayudando, cobijándonos y facilitando que escapáramos a Sudamérica,
algo que nosotros nunca olvidaremos.
Sí que es cierto que algunos
embajadores y funcionarios españoles en Europa ayudaron a algunos
judíos, pero lo hicieron traicionando y desobedeciendo las
instrucciones de Franco. La mayoría cumplieron con
las órdenes del Caudillo, y los republicanos y judíos españoles
sufrieron el destino que merecían. En fin, todos sabemos bien quién
era Franco y qué hizo, y cómo colaboró con nosotros y nuestros
crímenes, condenados por la Humanidad por los siglos de los siglos.
Por eso, Herr Rajoy, nos admira que usted siga firme. Desde el
infierno, padeceremos eternamente nuestra condena, pero sabremos que,
mientras el PP gobierne en España, nunca, nunca, el cuerpo del
camarada de los nazis reposará para siempre en Cuelgamuros. Su
cuerpo, porque su alma se cuece aquí, en el averno, en mi mismo
caldero, desde el que el Caudillo le envía un saludo y un abrazo,
Herr Rajoy. Gracias desde el infierno.
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