Se
nos ocurre que, un buen test para conocer cómo es una persona o una
organización, podría ser preguntarles a quién elegirían para
desarrollar una determinada labor en ciertos lugares que requieren
perfiles especiales. Y decir esto, es decir todo, desde dirigir un
centro de alta investigación, hasta ordenar la cola de una
hamburguesería. Personas que puedan tener un perfil de empatía,
templanza, asertividad, inteligencia y rigor, o personas brutas,
insensibles, fácilmente ofuscables y carentes de inteligencia (sea
esta emocional, lógica, intra o interpersonal). No todos, pero los
más avispados dueños de discotecas, ya se han percatado que trae a
cuenta poner en la puerta a alguien que al menos tenga un
dedo de frente, que al clásico matón descerebrado.
¿Y
en política? ¿A quién elegir? Bien, el PP lo tiene claro: a
alguien a quien haya que agradecer sus servicios prestados. Ese es el
único perfil. Lo demás sobra.
Solo
de esta manera se puede entender que, para tomar decisiones en una de
las “puertas” más complicadas del planeta, se elija a
quien se elige, quedando el criterio mucho más atrasado
que el de algunos dueños de discoteca.
El
consejero de Bienestar Social de Melilla, Daniel Ventura, ha
demostrado, no en un arrebato o error puntual, sino repetida y
tozudamente, carecer del más mínimo valor exigible a cualquier
gobernante, más aún cuando se está en Bienestar Social, y más
aún, si cabe, en Melilla. Tras la muerte de dos menores, el
consejero dijo que “no tenía nada que decir a sus padres” y
que "para
que vengan a llevarse un cadáver que hubieran venido antes a por sus
hijos". Comentó también que “habrá que ver si son sus
padres de verdad” y, lejos
de disculparse y en tono más bien chulesco, comentó sobre el
presidente de la Asociación Pro Derecho de la Infancia (Prodein) de
Melilla, José Palazón, que "a ver si es que él tiene contacto
con padres en Marruecos y por eso nos están llegando los niños de
alguna manera”. Hace unos meses, el Sr. Ventura ya se enfrentó a
oposición y ONGs por fomentar que se ayudase y diese comida y ropa a
los niños de la calle, siendo su solución, la de él, consejero de
Bienestar Social, alertar a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del
Estado.
Ahora,
limita
el acceso de ONGs a los chicos de la calle y a centros de
acogida, ¿para qué instituciones NO gubernamentales estando aquí
el matón del Gobierno? Debe decirse el sr. Ventura.
En
fin, lo más grave del asunto, no es que el consejero, en un momento
puntual hubiera dicho o hecho algo de ese calibre, ni siquiera que lo
siga haciendo, de forma mantenida (el hombre da de sí lo que da). Lo
grave es que el gobierno local del PP, lo mantenga y muestre su
“apoyo
absoluto” a las labores del Sr. Ventura.
Sin duda, la Real Academia tiene el deber de buscarnos palabras y
fijarlas, a fin de que podamos utilizarlas, llegado el momento, para
definir bien a personas, cosas y situaciones. Y es ahora que
entendemos, por qué incluyó en su diccionario la palabra canalla,
en su 3ª acepción para llamar a una persona (el o la canalla) y en
su primera acepción para llamar a un grupo de gente (la canalla).
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