Las
carreras de la gente que llega desde las bocacalles al escuchar la música, la
algarabía de niños adelantados, el vendedor de globos y las lentas motos de la
policía local, anuncian que el desfile está al llegar. Un asesor habría lanzado
la idea de que, ante la última pérdida de crédito generalizada de los/las
representantes de la ciudadanía, estaría bien que se acercasen al pueblo y
participasen de sus fiestas. Así que este desfile prometía, y la gente no se lo
quería perder. El orden de aparición de personajes era
(casi) siempre aleatorio.
Abrían la comitiva unos que
parecían venir de Juanito Vaderrama y Dolores Abril. Venían cantando “peleas en broma”, esa canción que
parece que se odian para acabar declarándose amor eterno. Lo único es que
cuando llegaba el estribillo, el del sombrero cordobés en vez de decir “¡cómo
no voy a quererte!”, decía “¡es el vecino el que quiere al queriente y es el
queriente el que quiere querer al que se quiere!” Y claro, M
punto Rajoy fue calado pronto. Quien le acompañaba cambiaba la letra de
manera continua según soplara el viento, e igualmente el señor Rivera fue
calado rapidito.
Les seguía Felipe VI, quien
cantando la canción de su hermano Camilo, solo aludía a su
forma de vida y a la de su familia: “¡Mooooola!¡maaaaazo!”,
repetía una y otra vez. Doña Leticia, que otrora vistiera de Mari Carmen
y sus muñecos, ahora aparece ataviada de doña Rogelia.
Venía detrás alguien cuyo
flequillo le delataba. Disfrazado de El Fugitivo, Puigdemont escribía una carta
a Junqueras:
“Vamos, tranquilo que esto siempre ha sido así: por lo mismo, yo de derechas
vivo como dios, y tú, de izquierdas, en la cárcel disfrazado de El Lute. No
pasa náaa”.
Luego parecía llegar alguien
disfrazado de Pablo Iglesias. Cuestionado por una joven y malpagada reportera, explicaba: “Realmente
soy Pablo Iglesias, en persona, y gusto de disfrazarme de aquellos grandes
personajes históricos, importantes para la civilización, y por supuesto, tras
una decisión horizontal, he decidido disfrazarme de mí mismo”. Y siguió camino,
siempre delante y molestando a uno disfrazado de Milhouse.
Venía también alguien disfrazado
de Príncipe
de Beukelaer: Alto, con porte, apuesto, dulce y sabroso a primera vista,
pero que deshacía en cuando le intentabas sacar algo en claro. Sí, Pedro
Sánchez había sido reconocido también.
Venía luego Eduardo Manos
Tijeras. Difícil de identificar al inicio, sus incesantes palabras ya dieron
una pista: “Lo recorto, lo recorto, lo recorto”. Si bien fue la peineta que le
asomaba por arriba lo que terminó de aclarar que la
Cospe no iba a faltar al acto, fuera en directo o en diferido.
Siguiendo peligrosamente cerca
los pasos de Cospedal, un Rey Mago, porque Page era poco para él mismo. Una
nube de palmeros
a su alrededor no dejaba duda del paso del manchego. De repente, la Cospe
cambió su ruta para saludar a un amigo, y él siguió nuevamente de cerca sus
pasos, siempre en su camino.
Alguien mezcla de Don
Vito Corleone y el tío Gilito, rodeado de los
golfos apandadores, sentenciaba que Bárcenas y una buena representación de
miembros del Partido Popular se aproximaban. Torquemada, disfrazado de Rafael
Hernando (han leído bien), los vigilaba de cerca.
Andaba también un
Yoda con los bolsillos llenos de billetes de 500€ preguntando por dónde se
iba a Andorra. Era Jordi Pujol… ¿disfrazado?
Cruella de Vil no
faltó, con su coche atropellando y con secuaces que se hacían ricos con
fechorías. Mientras seguía insultando al policía municipal, este escribía su
nombre en la multa: “Es-pe-ran-ci-ta”.
Un disfraz de vetusto madroño
recibía vítores a su paso de ¡vetusta mola! ¡Carmena por allí!
Una Alicia en el país de las
maravillas, que caminaba a dos palmos del suelo y solo se paraba para mear
colonia, señalaba también la presencia de Arrimadas.
Pasó, como siempre, alguien
vestido de El Zorro.
Persiguiendo el mal y defendiendo el bien, de aquí para allá, intentado sumar
peña a la causa... ¡Ay, Garzón!
Sin despegarse de la charanga y vestido
de Travolta, Iceta era muy
reconocible.
Y cerrando la comitiva,
recogiendo cualquier moneda o cosa que se cayera (pero devolviéndola solo a los
más ricos), Montoro disfrazado de señor
Burns.
@CPuenteMadera
Una crónica magistral,¡¡ Me gusta !!.--
ResponderEliminarNos alegramos que te haya gustado nuestro carnaval particular. Un abrazo, compañero.
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