Las recientes noticias de cómo los fabricantes
alemanes de coches han experimentado los efectos de los gases de los
vehículos en monos y humanos es indignante pero,
tristemente, no del todo sorprendente.
Desde que el mundo es mundo, como diría un castizo, el ser humano
experimenta y experimenta, con el planeta, con otros seres vivos, con
sus congéneres. Los fines pueden ser la investigación científica o
sociopolítica, o el simple entretenimiento movido por la curiosidad;
los métodos, desde los más inocuos a los más terribles.
Sobre los organismos humanos todos los días experimenta la ciencia
cuál es el efecto
de uno u otro medicamento, y tristemente se vale de la pobreza humana
para ello. Antes se ensayan y prueban
en esos pobres seres vivos que han tenido la mala suerte de coincidir
con el homo sapiens sobre la faz de la tierra. Desde
hace tiempo se sabe que grandes marcas comerciales occidentales
prueban sus alimentos en niños africanos y asiáticos.
Sobre las sociedades el abanico de experimentos parece infinito. Se
somete a un conjunto de individuos a una campaña intensiva de
publicidad, azuzada por sus correspondientes intereses económicos, y
se puede conseguir que sus individuos se interesen masivamente por un
producto musical como Operación Triunfo (y consuman),
por los concursos de cocina (y consuman) o por los móviles Apple
de funcionamiento deliberadamente defectuoso (y los
consuman). Se crea la necesidad de que se consuma una marca de crema
de cacao como Nutella, y los individuos la consumen, e individuos
que no están desnutridos casi mueren en la lucha por conseguirla más
barata. Se crea la necesidad de un artilugio
electrónico, una marca de ropa, unos zapatos, un lo que sea… y en
las rebajas miles de individuos
de sociedades desarrolladas se pelean hasta la muerte
por conseguirlo unos euros más baratos. Conclusión: reduciendo a
sus individuos de ciudadanos a consumidores, el capitalismo
experimenta con las sociedades masas y las maneja a su antojo.
África ha padecido el experimento europeo de la ocupación
colonialista e imperialista y la nueva dependencia del
neocolonialismo económico: el resultado es un continente empobrecido
y del que sus habitantes huyen, muriendo ahogados por miles en el
intento. “La
doctrina del shock” ha explicado cómo diferentes
instancias políticas y económicas del capitalismo han
experimentado, con el instrumental de la psicología social, con las
sociedades a las que quieren conducir, sometiéndolas, por el camino
del libre mercado.
La proximidad de las elecciones municipales (solo queda un año, eso
no es nada) abre ahora en España un tiempo de análisis de
experimentos políticos, cuyos componentes no son nuevos, pero cuyo
resultado definitivo aún no es seguro: ¿sumarán
Podemos e Izquierda Unida más juntos que por separado?,
¿superará o igualará la derecha de Ciudadanos a la derecha del
PP?, ¿superará el PSOE su estructura medieval de baronías?, ¿se
concederá el sobresaliente solo con matricularse a los niños y las
niñas en los colegios, a los y las adolescentes en los institutos, a
los y las jóvenes en las universidades… de la misma forma que a
una
niña llamada Leonor se le concede la condecoración del Toisón de
Oro sin haber tenido tiempo ni de sacarse 1º de ESO?
El ser humano, siempre experimentando…
No hay comentarios:
Publicar un comentario