¡¡Aleluya!!
¡¡Albricias!! ¡¡Yuhu!! ¡¡Yupi!! ¡¡Hip, hip, hurra!! ¡¡Bingo!!
¡¡Equilicuá!! ¡¡Por Tutatis!! ¡¡Alabados sean todos los dioses
y las diosas, aunque no exista ninguno!!
¡¡Quién
nos iba a decir hace tan sólo una semanica que el frenesí de
corrupción y recortes del PP tenía los días contados!! ¡¡Es
como estar en el cielo!! ¡¡Pensar que Rafael Hernando tendrá que
irse a chulear
gamusinos
a su pueblo y a hacerle muecas a las cabras, en vez de a los
españoles!! ¡¡Imaginar que doña Finiquito tendrá que jugar a los
tanques y cantar
El
novio de la muerte
en la intimidad de su cigarralsoplón!! ¡¡Saber que Marcial Marín
tendrá que volver a Campollano y ya no podrá cometer más fechorías
contra la educación pública desde su ignorancia y su falta de
escrúpulos!! ¡¡Y que José Ignacio Wert no podrá disfrutar por
más tiempo del nido
de amor
multimillonario que le pagamos entre todos en París!! ¡¡Si es que
es para “escuajarse” de gusto!! ¡¡Es que mandar a freír
espárragos al ministro que se ha negado a retirar
la medalla al mérito a un torturador
es un acto sublime de justicia poética!! De verdad, ¡qué
felicidad! ¡Qué hermosura! Lo único que vamos a echar de menos son
las frasecillas
estupefacientes
de Eme Punto Rajoy, que son siempre tan cómicas y nos hacen reír
tanto… Pero, bueno, para echar unas risas ya tenemos a José Mota,
que a fin de cuentas es un profesional, no como Mariano.
O
sea, que estamos todos y todas más contentos que unas pitas. No
andamos, flotamos. Dicho todo lo cual sincerísimamente, no cabe duda
de que luego a luego, cuando la inflación de euforia comience a
remitir, no tendremos más remedio que preguntarnos: y ahora, ¿qué?
El PSOE, con Pedro Sánchez a la cabeza, debe resolver muchas
cuestiones: ¿podrá gobernar con un presupuesto del PP sin incurrir
en graves contradicciones con su electorado?, ¿dispone de los apoyos
parlamentarios mínimos para que su gobierno resulte realmente
viable?, ¿está en condiciones de dialogar con los catalanes después
de apoyar el 155?, ¿podrá sobreponerse a las presiones de los
barones y baronas feudales y de los
zombis (felipes, guerras, bonos…)
del partido? Dicho de otro modo, ¿seguirá el PSOE comportándose
como un partido sistémico (como lo era el Partido Liberal durante la
Restauración) o luchará por la regeneración política y las
transformaciones económicas y sociales que le demanda su base
social? En serio, estamos contentísimos. Pero no se nos olvida que
el PSOE consensuó con el PP la reforma del artículo
135,
que ambas formaciones llevan toda la vida impidiendo la
despolitización del poder judicial o la reforma de la ley electoral,
que la ampliación
de la edad de jubilación
fue idea de los socialistas, que hace tan sólo unos meses votaron en
contra de una modificación
de la Ley de Amnistía
que habría permitido juzgar los crímenes del franquismo… Etc.,
etc., etc. Es decir, que estamos felices como perdices, sin
cachondeo, pero hace tiempo que peinamos canas, o no peinamos nada, y
no podemos evitar que la memoria relativice un poco la emoción.
Y
en el territorio de la izquierda alternativa, con su casi infinito
universo de organizaciones, conglomerados, plataformas, círculos,
movimientos y demás, también se abren muchas interrogantes:
¿seguimos pensando que “PP y PSOE la misma mierda es”? Porque
entonces… ¿Conseguiremos articular en
todo el estado
espacios de confluencia horizontales y respetuosos con la pluralidad?
¿Nos encastillaremos en nuestras propias siglas? En la relación con
nuestros socios, ¿prevalecerá el interés común o la estrategia
partidista? ¿Convergeremos de forma radicalmente democrática, o
permitiremos que un grupo selecto de despotillas ilustrados decida
previamente? ¿Seremos capaces, en fin, de adecuar nuestras acciones
a nuestras ideas y ser lo que decimos que somos?
Lo
dicho. Hoy es un día sin duda felicísimo. Ojalá aprendamos de los
vecinos
portugueses
y gestionemos inteligentemente el entusiasmo. Porque si nos dejamos
llevar por nuestras propias inercias, de aquí a nada todos nuestros
gozos pueden acabar en un pozo. Naranja, pero “muy pozo y mucho
pozo”, como diría Rajoy.
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