sábado, 2 de junio de 2018

Y AHORA, ¿QUÉ?

¡¡Aleluya!! ¡¡Albricias!! ¡¡Yuhu!! ¡¡Yupi!! ¡¡Hip, hip, hurra!! ¡¡Bingo!! ¡¡Equilicuá!! ¡¡Por Tutatis!! ¡¡Alabados sean todos los dioses y las diosas, aunque no exista ninguno!!
¡¡Quién nos iba a decir hace tan sólo una semanica que el frenesí de corrupción y recortes del PP tenía los días contados!! ¡¡Es como estar en el cielo!! ¡¡Pensar que Rafael Hernando tendrá que irse a chulear gamusinos a su pueblo y a hacerle muecas a las cabras, en vez de a los españoles!! ¡¡Imaginar que doña Finiquito tendrá que jugar a los tanques y cantar El novio de la muerte en la intimidad de su cigarralsoplón!! ¡¡Saber que Marcial Marín tendrá que volver a Campollano y ya no podrá cometer más fechorías contra la educación pública desde su ignorancia y su falta de escrúpulos!! ¡¡Y que José Ignacio Wert no podrá disfrutar por más tiempo del nido de amor multimillonario que le pagamos entre todos en París!! ¡¡Si es que es para “escuajarse” de gusto!! ¡¡Es que mandar a freír espárragos al ministro que se ha negado a retirar la medalla al mérito a un torturador es un acto sublime de justicia poética!! De verdad, ¡qué felicidad! ¡Qué hermosura! Lo único que vamos a echar de menos son las frasecillas estupefacientes de Eme Punto Rajoy, que son siempre tan cómicas y nos hacen reír tanto… Pero, bueno, para echar unas risas ya tenemos a José Mota, que a fin de cuentas es un profesional, no como Mariano.
O sea, que estamos todos y todas más contentos que unas pitas. No andamos, flotamos. Dicho todo lo cual sincerísimamente, no cabe duda de que luego a luego, cuando la inflación de euforia comience a remitir, no tendremos más remedio que preguntarnos: y ahora, ¿qué? El PSOE, con Pedro Sánchez a la cabeza, debe resolver muchas cuestiones: ¿podrá gobernar con un presupuesto del PP sin incurrir en graves contradicciones con su electorado?, ¿dispone de los apoyos parlamentarios mínimos para que su gobierno resulte realmente viable?, ¿está en condiciones de dialogar con los catalanes después de apoyar el 155?, ¿podrá sobreponerse a las presiones de los barones y baronas feudales y de los zombis (felipes, guerras, bonos…) del partido? Dicho de otro modo, ¿seguirá el PSOE comportándose como un partido sistémico (como lo era el Partido Liberal durante la Restauración) o luchará por la regeneración política y las transformaciones económicas y sociales que le demanda su base social? En serio, estamos contentísimos. Pero no se nos olvida que el PSOE consensuó con el PP la reforma del artículo 135, que ambas formaciones llevan toda la vida impidiendo la despolitización del poder judicial o la reforma de la ley electoral, que la ampliación de la edad de jubilación fue idea de los socialistas, que hace tan sólo unos meses votaron en contra de una modificación de la Ley de Amnistía que habría permitido juzgar los crímenes del franquismo… Etc., etc., etc. Es decir, que estamos felices como perdices, sin cachondeo, pero hace tiempo que peinamos canas, o no peinamos nada, y no podemos evitar que la memoria relativice un poco la emoción.
Y en el territorio de la izquierda alternativa, con su casi infinito universo de organizaciones, conglomerados, plataformas, círculos, movimientos y demás, también se abren muchas interrogantes: ¿seguimos pensando que “PP y PSOE la misma mierda es”? Porque entonces… ¿Conseguiremos articular en todo el estado espacios de confluencia horizontales y respetuosos con la pluralidad? ¿Nos encastillaremos en nuestras propias siglas? En la relación con nuestros socios, ¿prevalecerá el interés común o la estrategia partidista? ¿Convergeremos de forma radicalmente democrática, o permitiremos que un grupo selecto de despotillas ilustrados decida previamente? ¿Seremos capaces, en fin, de adecuar nuestras acciones a nuestras ideas y ser lo que decimos que somos?
Lo dicho. Hoy es un día sin duda felicísimo. Ojalá aprendamos de los vecinos portugueses y gestionemos inteligentemente el entusiasmo. Porque si nos dejamos llevar por nuestras propias inercias, de aquí a nada todos nuestros gozos pueden acabar en un pozo. Naranja, pero “muy pozo y mucho pozo”, como diría Rajoy.








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