El juego, la apuesta a partir
del azar, probablemente ha existido desde el comienzo de la
humanidad. En la prehistoria
ya se jugaba a las tabas. Griegos y romanos jugaban a los dados. Las
barajas son habituales en Europa desde la Edad Media. Y la lotería
existe en España desde 1763. Pero lo de ahora es una auténtica
epidemia, en el sentido estricto de “enfermedad” social que pone
en peligro la salud pública. Las casas de juego crecen como las
malas hierbas. En Albacete ya hay más de treinta. Muchas se
encuentran situadas en el entorno de centros escolares; por ejemplo,
el IES Ramón y Cajal tiene una prácticamente enfrente, y la mayor
concentración escolar de la ciudad (Colegio Ana Sotos, IES Andrés
de Vandelvira, IES Don Bosco, Universidad Laboral…) tiene otra a un
tiro de piedra. En Castilla-La Mancha funcionan unas doscientas
cincuenta,
y la Consejería de Hacienda resolvió el pasado 26
de septiembre
autorizar la apertura de diez establecimientos más, entre ellos uno
en Madrigueras y otro en Villamalea. Al concurso de adjudicación se
presentaron sesenta y siete solicitudes. Parece claro que especular
con la incertidumbre de los más vulnerables es uno de los grandes
chollos de este siglo.
Porque, en efecto, el sector
del juego mueve en España cerca de 40.000 millones de euros, de los
cuales 11.000 corresponden al juego “on line”, según el último
Anuario
de la Fundación Codere y la Universidad Carlos III,
y el negocio crece al ritmo de un 10% anual. A todo ello habría que
sumar los 103 millones de euros que las empresas del sector gastan en
publicidad, entre otras cosas para pagar a estrellas del deporte como
Juan
Carlos Navarro, Cristiano Ronaldo, Neymar, Piqué….
o el “adorable” Rafa Nadal, referente predilecto de nuestra
juventud y mascarón de proa de la “marca” España.
Y todo ello a pesar de que,
desde hace décadas, innumerables informes científicos y académicos
vienen advirtiendo de los perniciosos efectos de esta modalidad de
adicción
sin drogas
en los individuos, las familias y la sociedad en general. Al
respecto, los estudios coinciden en que el juego patológico resulta
especialmente demoledor entre los sectores de población psicológica
y socialmente más frágiles. Así ocurre, por ejemplo, con los
adolescentes. Cada vez son más los chicos/as
que se “enganchan”
a las apuestas “on line”, experimentan dependencia psicológica,
desarrollan trastornos obsesivos, fracasan en los estudios y acaban
sintiéndose frustrados como personas. Por otra parte, resulta
evidente que la crisis y los recortes han provocado en amplios
sectores de la clase trabajadora una desesperación que muchas veces
conduce a buscar salidas falsas, cuando no autodestructivas, como
es el caso del juego.
La respuesta de las
administraciones ante un problema de esta magnitud está resultando
excesivamente tibia, cuando no insidiosamente hipócrita, entre otras
cosas porque la principal casa de apuestas de nuestro país es la
Sociedad
de Loterías y Apuestas del Estado
y la Hacienda pública ingresa todos los años un buen pico por los
impuestos al sector, y eso a pesar de que Montoro
echó más leña al fuego de las ludopatías
rebajando cinco puntos la fiscalidad del juego en internet. Aunque
algo se mueve, afortunadamente, desde el punto de vista político. El
acuerdo de Presupuestos Generales para 2019 firmado entre el gobierno
y Unidos Podemos prevé regular
la publicidad de las casas de apuestas
y fomentar campañas de “información y prevención”. Veremos si
la “caverna política y mediática” lo permite. También en
algunos ayuntamientos, como el de Albacete, se han aprobado mociones
que persiguen objetivos similares, si bien las administraciones
locales no tienen competencias directas sobre este tipo de
actividades.
Ahora bien, si una
organización ha destacado en la lucha
(por tierra, mar y aire) contra las casas de juego,
ésa ha sido la Unión de Juventudes Comunistas. Además, lo ha hecho
con una profundidad ideológica impecable, denunciado el efecto de
las políticas neoliberales en el crecimiento monstruoso de esta
patología social. Desde este Puente Madera queremos daros las
gracias y felicitaros por la campaña ¡Fuera
casas de apuestas de nuestros barrios!
Ánimo, y siempre adelante. No hace falta decir que tenéis “un
mundo entero que ganar”.
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