En los tiempos que corren nada es
más corrosivo para el progreso de la humanidad que la división, la separación,
la desconfianza. Lo dice la canción, “realizaron la labor de desunir nuestras
manos, y a pesar de ser hermanos, nos miramos con temor”. Qué bien, con qué
claridad Pablo Milanés deja constancia de cómo las colonias latinoamericanas
españolas fueron divididas en estados que pronto se enfrentaron entre ellos.
Esta división y desconfianza nace
del nacionalismo que inculca la diferencia como elemento de oposición entre personas
y pueblos. Los
vientos de nacionalismo inflaman los corazones y anulan la razón como bien sabían Hitler y
Goebbels y de lo que alertó el prestigioso historiador Johan Huizinga: “lo
mágico y lo fantástico, encumbrándose en el humo de los apetitos fogosos,
oscurece el entendimiento cuando el mito suplanta al logos”. Tristemente, con
el nacionalismo la irracionalidad termina con la razón.
En la Unión Europea todos los
partidos de ultraderecha claman por la destrucción del marco de
convivencia que, con todos sus defectos, los europeos han construido juntos
durante tantos años de paz desde la Segunda Guerra Mundial. Con el
culebrón interminable del Brexit se ha abierto la puerta de un túnel
que lleva a no se sabe dónde a los ciudadanos británicos. La única certeza es
que al final de ese túnel Gran Bretaña será más débil y la Unión Europea
también, y que todos perderemos. También Trump
reivindica la unilateralidad y el aislamiento internacional de EE. UU.,
enfrentándose a la Unión Europea, abriendo guerras comerciales con China,
insultando a los latinoamericanos, pero perdonando
a sus aliados saudíes que descuarticen a periodistas molestos...
Como precisamente eso, la unilateralidad,
es
lo que pide VOX en sus “100 medidas para la España viva”, nos
tememos que muy pronto formará parte de las reivindicaciones políticas del PP y
de Ciudadanos. Ya hablaremos de ese “programa”, carente de medidas concretas
para mejorar la vida de los españoles, un tercio del cual es mentira, otro
tercio propuestas que no se pueden cumplir y el otro una fanfarria nacionalista
llena de odio al diferente.
Valgan por ahora estas muestras
del programa de VOX. “Punto 33. Suspender
el espacio Schengen”, lo que dificultará
los movimientos de millones de españoles emigrantes y españoles turistas
que viajan por motivos de ocio y trabajo o para reunirse con sus familias. ¿Querrían
nuestros camioneros volver a detenerse durante días cada vez que tuvieran que
atravesar una frontera europea? “Punto
99. Incidir en la bilateralidad en las relaciones internacionales, abandonando
organismos supranacionales si son contrarios a los intereses de España”. Como
en cualquier comunidad de vecinos, en cualquier organismo supranacional se
toman decisiones que no siempre son del gusto de todos. ¿Se imaginan a España
fuera de la ONU, de la UE, de los tribunales internacionales de justicia, de la
Cumbre del Clima, al
igual que hace Trump? Por cierto, hablando de tribunales
internacionales, miren el punto 91 de su programa: “Recuperar la soberanía nacional en la aplicación de las sentencias de
nuestros tribunales”. Veamos… el
Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea sentenció que las
cláusulas suelo que los bancos españoles imponían a los hipotecados eran
ilegales y abusivas. Bueno, pues si
fuera por VOX los bancos se quedarían con los 4.000 millones de euros que han
estafado a miles de familias españolas.
No se nos olvida que los
nacionalismos excluyentes se retroalimentan, y que dando de comer al nacionalismo
ultraderechista del “a por ellos” tenemos
la mano del iluminado Torra, alguien al que se le ocurre pedir a los catalanes
que estén dispuestos a asumir todos los sacrificios e imitar
el ejemplo de la guerra civil eslovena. Sobran palabras.
Terminamos de nuevo con Huizinga:
“la diversidad es siempre más valiosa y más fecunda que la identidad”. Seguramente
este pensamiento no le gustará a VOX. A Huizinga le costó el internamiento en
un campo de concentración nazi. Nosotros estamos con el historiador holandés: los
seres humanos, los ciudadanos europeos, los ciudadanos del mundo, somos
hermanos. ¿Estamos mejor unidos resolviendo juntos nuestros problemas, o enfrentados
creándonos problemas mucho más graves?
No hay comentarios:
Publicar un comentario