sábado, 8 de diciembre de 2018

SEAMOS VIENTO

Vale, ya tenemos a la extrema derecha en las instituciones a cara descubierta. A cara cubierta ya la teníamos, porque Vox es un retoño del PP, criado en los pechos de Esperanza Aguirre y Aznar, y Ciudadanos se estrenó en las elecciones europeas del 2009 presentándose en coalición con la formación ultraderechista Libertas. O sea que realmente no asistimos a la irrupción de nada nuevo, sino más bien a una “salida del armario”, a un desenmascaramiento…
            Y mientras los cruzados neofranquistas preparan, con su habitual desparpajo, la Reconquista del solar patrio, en la izquierda permanecemos ensimismados en nuestro propio ombligo, perdidos en infinitos y extenuantes debates con nosotros mismos, absolutamente desorientados, como si con el batacazo de las elecciones andaluzas hubiésemos perdido de repente el norte. Sin embargo, salir del bucle y reencontrarnos con nuestro norte no es tan difícil. Es tan sencillo (y apasionante, y motivador, y reconfortante…) como hacerle caso a Gandhi y “ser el cambio que deseamos para el mundo”.
            Reivindicamos la igualdad. Pues bien, seamos la igualdad. Reneguemos de verticalismos, de oscuras estrategias de poder, de hojas de ruta diseñadas por los aparatos, de simulacros de participación, de amiguismos… Nosotros/as no podemos ser eso. Recordemos que “ni dioses, reyes, ni tribunos” nos tienen que salvar de nada. Por el contrario, recuperemos las plazas como espacio de debate e intercambio, aceptemos el dictamen de las mayorías, valoremos el criterio de las minorías, celebremos la pluralidad, respetemos las trayectorias ajenas… Sin los demás no somos nada.
            Reclamamos libertad. Seamos la libertad. Seamos valientes. No escondamos nuestros principios. No los camuflemos tras pantallas de supuesta corrección política que nos invisibilizan y nos confunden con el resto. No somos centralidad. No engañemos a nadie diciendo que no somos “ni de izquierdas ni de derechas”. Defendamos nuestro modelo de sociedad sin ambages porque, de lo contrario, acabaremos generando una confusión de la que siempre se benefician los mismos, que luego van, plantan un banderusco, excitan los instintos más bajos con cuatro consignas y se llevan el gato al agua.
            Invocamos la fraternidad como uno de nuestros horizontes. Seamos la fraternidad. Superemos los personalismos, pero también los tribalismos partidistas. Nosotros/as no podemos ser territoriales. Denunciemos los nacionalismos de cualquier pelaje. Seamos pueblo. Seamos clase trabajadora. Seamos humanidad. No olvidemos nunca a los 190 millones de migrantes económicos, ni a los 68 millones de personas refugiadas o desplazadas a causa de las guerras, las persecuciones, la intolerancia… Seamos sororidad. Nuestra fuerza depende de que nos percibamos como hermanas y hermanos.
            Demandamos justicia social. Seamos la justicia social. Involucrémonos, en la medida de lo posible, en la lucha por los derechos de los trabajadores/as. Apoyemos, de forma todo lo crítica que consideremos, a nuestros sindicatos de clase. El debilitamiento de las organizaciones sindicales es una de las causas fundamentales del aumento de las desigualdades. Evitemos los discursos antisindicales. No les hagamos el juego a los tiburones de la ultraderecha política y mediática. Y tengamos siempre presente que los nuevos “parias de la tierra”, los nuevos estigmatizados, los nuevos “judíos”… son las personas que abandonan su lugar de nacimiento impulsadas por algo tan humano como el “hambre de futuro”.
            En fin, seamos la lucha que homenajeamos en nuestros mayores, la memoria que celebramos el 14 de abril, la conciencia de un sistema devorado por la corrupción y controlado por las oligarquías. Seamos la razón frente a la superstición y el oscurantismo. Defendamos la cultura y el conocimiento como factores imprescindibles para el progreso colectivo y la emancipación de la clase obrera en particular. Seamos la alegría que se deriva de la coherencia y la solidaridad. Ya lo decíamos. Es muy sencillo. Seamos (en la medida de nuestras posibilidades, los ratos que podamos, de vez en cuando…) lo que decimos que somos. Porque entonces, sólo entonces, podremos ser el viento “que canta y que baila”. Sólo entonces podremos ser “el huracán” que aleje el fascismo y haga respirable el aire de nuestro país.


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