viernes, 15 de mayo de 2020

Guerra a la Paz

Es una iniciativa hermosa, cuya consecución es compleja, pero que nos hace mantener la esperanza en la bondad del género humano y en las organizaciones que se ha dado para gobernarse: la ONU ha propuesto que, en mitad de una pandemia global, se declare un alto el fuego mundial, que se detengan todos los conflictos armados en nuestro planeta.
¿Quién podría estar en contra? Toda la humanidad en paz, todo el sufrimiento bélico detenido, toda la energía humana, todos los esfuerzos, toda la sabiduría, toda la ciencia, centrada y concentrada en luchar contra la pandemia. Es, a pesar del sufrimiento presente, una iniciativa fraternal, esperanzadora. Todas las armas se silenciarían, todos los soldados sacarían su dedo del gatillo, todas las víctimas podrían respirar. Nadie dice que eso sea fácil, no es esa la cuestión. La cuestión es si es deseable, la cuestión es: ¿quién podría estar en contra?
¿Qué ser humano que merezca ese nombre podría estar en contra de un alto el fuego mundial? Bueno, hay uno, por desgracia. Ese ser, también por desgracia para todos, es el presidente del país más poderoso del planeta. Ese país no ha sufrido ningún conflicto armado en su territorio desde hace 150 años. Desde hace 150 años, Estados Unidos no sabe lo que es una crisis de refugiados de guerra, no sabe lo que es un bombardeo que arrasa ciudades, no sabe lo que es el exterminio de civiles o las batallas campales con miles de muertos. Excepto en Pearl Harbor, atacado por Japón un día en 1941, EE. UU. nunca ha sufrido lo que los europeos, asiáticos y africanos han padecido en los últimos siglos.
Y, cuando en mitad de una crisis sanitaria que amenaza a miles de millones de personas, el secretario general de la ONU propone una declaración de alto el fuego, Donal Trump utiliza su derecho de veto. La declaración no se aprueba. ¿Por qué? ¿Cómo es posible? La razón ofrecida por Trump es que la declaración incluye una mención a que eso ayudaría a que la Organización Mundial de la Salud afrontara la pandemia, y Trump, en mitad de una pandemia global, está en contra de la organización que coordina los esfuerzos sanitarios y científicos de toda la humanidad. Punto y final. No hay más debate.
¿O sí? Bien, nos queda por delante un debate de muy sencillo planteamiento: visto esto, ¿qué tipo de líderes políticos queremos que nos gobiernen? ¿Los que se parecen a Trump, o los que desean la paz? Esa es la cuestión.
PD: por cierto, Donal Trump, que no quiere la paz mundial, ha apoyado que civiles armados violentaran el capitolio de Míchigan, sede del poder legislativo, para exigir el fin del confinamiento. De nuevo: ¿qué tipo de políticos queremos que nos gobiernen?






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