El asunto viene de lejos. En septiembre de 1974, en el llamado Congreso de Suresnes empezó la deriva del PSOE, con un cambio en la orientación política e ideológica. Pero todo llegó a su éxtasis en 1979, en apenas seis meses los socialistas celebraron dos congresos, y el desenlace del XXVIII y medio, con el objetivo final del abandono del marxismo como ideología oficial del partido, lo que fue impuesto por Felipe González (unos meses antes teatralizó muy bien su dimisión de la secretaría general) y su querido Alfonso Guerra. De aquellos polvos, de hace varias décadas, vienen estos lodos.
González y Guerra nos “clavaron” una tras otra: la entrada en la OTAN en el 86, el apoyo a la educación concertada, abrieron la puerta a la privatización de la Sanidad Pública, mantenimiento del Concordato con el Vaticano, corrupción interna y externa como Filesa y EREs en Andalucía , implicación en la guerra sucia contra ETA (caso GAL), apoyo y loas al ciudadano Juan Carlos de Borbón, el monarca del Movimento, un gran sinvergüenza consentido,... y un sinfín de asuntos impropios de una izquierda socialdemócrata. Pero estos dos referentes ya no juegan un papel determinante, más allá del ruido mediático que provocan, están instalados en el jacobinismo y en una mirada profundamente conservadora de lo que debe ser el nuevo socialismo español.
En los últimos tiempos, estos dinosaurios del PSOE, siguen predicando desde los púlpitos de la Brunete Mediática (incluyendo a los medios del Grupo Prisa), soltando por su boca barbaridades y críticas exageradas al gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos. Ya lo han dicho en varias ocasiones que ellos, como gentes de orden, hubieran preferido una gran coalición con el Partido Popular para dirigir a España. Y ahí siguen intentándolo, porque son fieles a sus principios de puertas giratorias y al españolismo más centralista. Recordamos que pronto pasaron de la pana a la pura lana virgen y a moverse en las fotos hacia el rincón de la derecha, donde los yates y las amistades peligrosas de grandes multimillonarios terminaron de llenarles los ojos de langosta.
Pero estos dinosaurios no están solos. Ahí tenemos a Page, Vara y Lambán, socialistas de derechas, que también abren sus bocazas, una y otra vez, para hacer daño a Pedro Sánchez y su gobierno. Page cuestiona la reforma del Código Penal y que Unidas Podemos marque la agenda gubernamental, Lambán critica las cesiones a los independentistas y Vara no entiende la subida del salario mínimo ni que Bildu apoye los Presupuestos Generales del Estado. Estos dirigentes regionales hablan solo por su boquita, pero no se enteran que su opinión particular vale lo que vale, que no se confundan creyendo que hablan en nombre de su partido. Si este es el relevo de futuro para el PSOE, arreglados estamos. Cualquiera de estos aprendices de dinosaurios podrían, perfectamente, postularse para ser presidentes de un PP “renovado”.
Centrémonos en Emiliano García-Page, presidente del gobierno de Castilla-La Mancha. Nadie ignora que todos sus ingresos económicos proceden durante toda su vida de la actividad política, directamente del PSOE o de fondos públicos. No se le conoce trabajo remunerado en otra actividad profesional desde aquellos lejanos años de 1987 a 1993, cuando empieza a desarrollar la tarea de concejal en el Ayuntamiento de Toledo. Después todo llega concatenado: ¡treinta y tres años con ingresos asegurados gracias a su partido y a su labor en el “servicio público”! Page, buen amigo de Pinocho, que no cumple sus promesas -“si Pedro Sánchez gana las primarias del 21 de mayo, no volveré a ser candidato del PSOE” (1 de abril de 2017)-, ahí sigue subido a la poltrona regional, sin que nadie le tosa en las sedes manchegas del PsoE.
Estos chicos del neoliberalismo pesoista, de los antieméticos, del mercadeo, de la vaselina y los exabruptos, harían bien dejando su partido y poniéndose a trabajar de mancebos en alguna parafarmacia de la España profunda, y de paso que se lleven a Felipe González y Alfonso Guerra y los inscriban como socios numerarios de FAES. Estamos más que hartos de estos dinosaurios y de sus aprendices que, como lagartos adaptados, proyectan una sombra, muy mala sombra, sobre nuestro gobierno de coalición, poniendo palos en las ruedas para que no se consigan logros en favor de las trabajadoras y trabajadores, de las personas mas vulnerables y necesitadas.
Demasiado quintacolumnista intentando desestabilizar y preparando el terreno para fines espurios.
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