El Día Internacional de la Clase Trabajadora ha pasado por muchas vicisitudes desde que, aquel lejano 1886, los mártires de Chicago salieran a la calle siendo masacrados por la policía, para reivindicar un derecho que hoy vemos como irrenunciable, la defensa de la jornada laboral de 8 horas.
Este 1º de Mayo, por segundo año consecutivo, lo abordamos en un momento dramático, pero con la esperanza que el proceso de vacunación contra la COVID-19, que está avanzando, pueda ayudarnos a retomar una vida con derechos, con trabajo decente para toda la clase trabajadora. Siguen sobrando los motivos para movilizarnos y para exigir a los Estados y las patronales que, nuestra salud, nuestra vida y la del planeta valen mucho más que sus ganancias. No podemos permitirnos el lujo de que los excesos incontrolables del capital vuelvan a recaer sobre los hombros de la clase obrera.
En los últimos tiempos, además de la pandemia del Covid, se está extendiendo en nuestro país, con una fuerza inusitada, el virus del neofascismo que no ha surgido espontáneamente, sino que lo ha gestado la propia derecha española, impulsada desde dentro del propio Partido Popular y por sus márgenes, en los que se sitúan algunos medios de comunicación, grupos económicos de presión y organizaciones como la FAES, con José María Aznar a la cabeza, que han acelerado su radicalización. Por tanto tenemos un panorama complejo donde la democracia y la libertad están en serio peligro, dado que la extrema derecha fascista y la derecha permisiva se están arrastrando de forma desbocada a posiciones antidemocráticas. Estos fascistas de nuevo cuño tienen un proyecto nítido que pasa por el blindaje de los privilegios de las élites económicas, con un discurso rancio, nostálgico de tiempos oscuros, ultranacionalista, racista, antifeminista, xenófobo,… que intenta dividir a la clase obrera entre trabajadores nativos e inmigrantes, algo que debemos impedir, pues el objetivo es la emancipación de todos los obreros, sin ninguna discriminación, con un trabajo digno y con derechos.
Se ha constatado que siempre que el capitalismo se encuentra en un periodo de crisis, como es el momento actual, el fascismo toma una mayor fuerza e intenta ascender al poder, ayudando al capitalismo salvaje a renovarse, intentando controlar las legítimas reivindicaciones de las trabajadoras y trabajadores, imponiendo un orden ficticio y una paz social alejada del pueblo.
Por eso, en este 1 de Mayo de 2021, el antifascismo debe ser fuerza propulsora de la liberación y la reconstrucción social. Tal vez en estos tiempos de incertidumbre merece ser evocada por los valores de solidaridad y formas de construcción de consensos que le dieron vida. Sus valores de socialización en la lucha contra el autoritarismo y la solidaridad como vínculo social podrían dar frutos, si se acompañan de la imaginación y compromiso político para proponer iniciativas que nos permitan salir de la profunda crisis actual. Es urgente iniciar un camino para lograr el necesario antifascismo de pandemia, para combatir las peligrosas formas cotidianas y psicológicas del fascismo social.
Tampoco podemos olvidarnos, en este atípico 1 de Mayo, de la defensa firme de la Sanidad pública, la Educación pública, el derecho a la Movilidad, al Transporte público, las actuaciones para la atención a las personas Dependientes, la derogación de todas las Reformas laborales, la defensa de unas Pensiones Públicas dignas y suficientes, el derecho a los Cuidados, la necesidad de conseguir una Renta Básica Universal, garantizando las necesidades vitales de la población, la Cohesión Territorial, para dar soluciones reales a la llamada “España vaciada”, las personas Migrantes, quienes mueren en el intento de llegar a nuestro país y quienes son “muertos y muertas en vida” por la sobreexplotación y su invisibilidad como ciudadanos, a las personas Jóvenes sin futuro, la necesidad de combatir la represión que el Estado ejerce a través de sus Leyes Mordaza, etc…, son retos a conseguir por todas y para todas.
En este 1º de Mayo también es esencial no perder la Memoria Histórica, recuperar a las personas enterradas en las cunetas, exigir la reparación a las víctimas del franquismo y derogar la Ley de Amnistía para juzgar a los culpables de crímenes de lesa humanidad.
Vivimos una situación histórica única y como tal nuestras respuestas tendrán que estar ancladas en las particularidades de la crisis sanitaria, económica y ecológica que reveló la epidemia, sin olvidar también que el antifascismo es hoy más necesario que nunca. Es el momento de nuestros "abrazos" para tejer redes de solidaridad, sostenibilidad, libertad y democracia. Seguro que lo conseguiremos.
¡NO PASARÁN!
¡VIVA LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA!
¡VIVA EL 1º DE MAYO!
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