Nosotros somos como niños: ni los
años ni los desengaños han podido arrebatarnos nuestra candidez, nuestra
bendita ignorancia, nuestra ilusión, nuestra esperanza… recién pasada la
navidad tenemos que confesar que nosotros, republicanos, a
pesar de Manuela Carmena seguimos creyendo ingenuamente en los Reyes Magos
y, sin mayor interés, hasta creemos en sus competidores Santa Claus y Papá
CocaColaNoel.
De la misma forma que creemos en
que los Reyes Magos entran por los balcones para traernos regalos, a pies
juntillas nos creemos que… el mismo Rajoy que nos quitó derechos sociales con
el PSOE es capaz de presidir un
gobierno que blinde el estado de bienestar. ¡Faltaba más!
Al igual que con ilusión hemos
dejado pan para que lo engullan los camellos, con ilusión nos tragamos que… las
declaraciones que se cruzan Pedro Sánchez y Susana Díaz siempre se hacen por el
bien del país, nunca
por moverse los sillones entre ellos. ¡Por supuesto!
Estamos encantados con que los renos
sobrevuelen nuestra ciudad… y también nos entusiasma saber que algunos líderes
políticos son capaces de corregir lo que vota mal la gente y hacer que, aunque
los ciudadanos voten a unos candidatos que se presentan por un partido, ese partido
pueda después prestarles
sus diputados y senadores a otros
partidos que se presentan con otro programa absolutamente opuesto, y estamos
encantados de que el mundo sea bonito y todos los diputados y senadores sean
amiguitos y felices, y que un diputado anticapitalista pueda ser diputado de un
partido burgués conservador, y que un senador de un partido nacional pueda
convertirse en senador de un partido independentista… ¡Qué mágica es la democracia!
Tenemos la certeza de que los
Reyes Magos saben cómo se recompone la ventana tras desmontarla, la misma
certeza que tenemos sobre que… Rivera puede seguir aspirando a ser presidente
de un gobierno de concentración nacional aunque salte de
una metedura de pata a otra y quiera esconderse en la indefinición. ¿Quién puede dudarlo?
Con una sonrisa y cerrando los
ojos hemos escuchado cómo los Reyes Magos trajinaban en el salón, y con sonrisa
asentimos cuando escuchamos a… Pablo Iglesias decir que sin
un referéndum de autodeterminación en Galicia no debemos aspirar a
quitarnos de encima la LOMCE, la amnistía fiscal a los amigos del PP, la ley
mordaza, los desahucios, la privatización de la sanidad,… ¡Efectivamente,
claro, Pablo!
Los que nos vamos pronto a
acostar la noche del cinco de enero y cerramos los ojos apretándolos para
intentar dormirnos cuanto antes, también creemos a pies juntillas… que el
autoproclamado presidente de Cataluña, el convergente Puigdemont, podía recibir
subvenciones púbicas mientras era diputado, porque todo lo hacía siempre
por el bien del pueblo de Cataluña, incluyendo a los votantes anticapitalistas
de la CUP. ¿Alguien lo dudaría?
También tenemos mucha fe en los
pajes de sus Majestades, fe que extendemos a… la buena voluntad con la que los
diputados y periodistas más recalcitrantemente conservadores se quejan, con
cierto asco y reparo y frunciendo un poco la nariz, de que las piojosas
rastas y las sudorosas
camisetas entren en el congreso, total, solo porque los ha votado la gente.
¡Claro, si se lo dicen solo por su bien!
Pero para terminar este cuento
tan bonito tenemos que confesar que, a pesar de nuestra inocencia, hay una cosa
en la que no creemos: no creemos que los problemas de la mayoría de la gente
que vive en este país puedan resolverse sin que de una vez por todas se
superen las actitudes excluyentes dentro de la izquierda, buscando una
fórmula que, desde el respeto a la pluralidad política, pueda construirse una
alternativa global a este sistema. ¿Conseguiremos que se cumpla esta ilusión,
que unos reyes nunca nos traerán?
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