Los cuatro minutos de la escena
del camarote de la película “Una noche en la ópera” de los hermanos Marx (la
primera sin uno de ellos), han pasado a la historia como unos de las más
geniales y antológicos con nombre propio: el camarote de los hermanos
Marx. Hay quienes 80 años después, ven cierto paralelismo con el palacio de
la Zarzuela y el rey recibiendo diputados.
Nosotros no vemos ningún
inconveniente, más bien al contrario, a que acordar quién se va a presentar a
una investidura para presidente de gobierno, no sea tarea fácil ni directa.
Habrá que acostumbrarse a estas cosas: acordar, dialogar, jerarquizar en qué se
exige y qué se puede ceder, pensar
en las consecuencias de lo que se dice antes de soltarlas, etc.
Cuando se quiere hacer una
extrapolación política de los diferentes personajes (si alguien no los
recuerda, siempre es recomendable volver a echarle un vistazo y es
sencilla de hallar en red) no es tarea fácil. Cada cual hace las suyas,
comprobado. Pero además, se podría pensar que los personajes pueden ir incluso
cambiando conforme trascurre la escena.
El camarero/esclavo sr.
Borbón, pregunta, ofrece, toma nota y espera propinas, mientras va y viene
preguntando por su
hermana.
Harpo Tardá, mudo, dormido y como
ausente, pero siempre
ahí para hacer saber lo que quiere en los momentos claves y aprovechándose
de todo disimuladamente.
Groucho Sánchez, que parece
llevar la voz cantante queriendo contentar todas las peticiones, es
el primero que salta cuando salen todos despedidos, desplazado en buena
parte por los
suyos.
Chico Iglesias añade dos huevos a
lo que se vaya pidiendo, reiterativamente, como frase de marketing
bien aprendida y a repetir.
El niquelado señor invitado
Rivera, como si no estuviera, aunque eso sí, hace
bulto se muevan los unos o los otros.
No hay que perder de vista al
baúl Rajoy. No para de preguntarse cómo ha llegado hasta ahí. Escondido,
lleno de sobres
diferidos y haciendo bulto, a la espera de cualquier error para salir y
hacerse notar. El tiempo (y las manipulaciones de los mercaderes) juegan a su
favor.
Otros diversos personajes llenan
el camarote, cada
cual a lo suyo.
En la película original, en la
escena final, Karl Garzón, el hermano maldito, aparece para sentenciar,
pero obviamente estando los otros 4 fue una parte censurada y los poderes (y
los que se despizcan por serlo) jamás permitieron su aparición en pantalla.
Desconocemos lo que el camarero,
señor Borbón, decidirá proponer en las próximas horas, pero nuestra apuesta es
por pasar página, dejando al baúl de Rajoy arrinconado en la parte más oscura
de la bodega del barco y dando una oportunidad a un nuevo timonel con un
gobierno de izquierdas, que marque un rumbo decidido hacia el rescate ciudadano,…
“y también dos huevos duros”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario