sábado, 21 de mayo de 2016

LA EDUCACIÓN PÚBLICA EN PELIGRO


Tendemos a olvidar demasiado fácilmente. Quién sabe, quizá lo de aparcar los malos recuerdos se deba a algún mecanismo psicológico de autodefensa, pero el caso es que da la impresión de que se nos está olvidando todo lo que han hecho Rajoy y el PP durante los últimos cuatro años. Parece que ya no nos acordamos de reprimieron brutalmente la protesta social, de que privatizaron hospitales, de que redujeron el presupuesto de los servicios sociales por debajo del mínimo de subsistencia, de que prácticamente se cargaron la cooperación internacional, de que en cuatro años despidieron a 32000 docentes…
                O sea, que ahora el gobierno del PP se encuentra agazapado tras una situación de interinidad que, afortunadamente, le impide gobernar, pero no podemos olvidar que durante todo este tiempo se ha comportado como el enemigo número 1 del pueblo. Y como pueda, lo va a seguir haciendo. Como consecuencia de su política fiscal electoralista y clasista, ha vuelto a incumplir el objetivo del déficit. La consecuencia, ahora, no sólo va a ser que España será sancionada (de aquí a unos meses, para no empañar la imagen de don Tancredo), sino que el programa de estabilidad 2016-2019 que han presentado a la Comisión Europea contempla recortes de 12000 millones en educación y sanidad, tal y como ha denunciado recientemente Izquierda Unida. Evidentemente, eso no lo van a decir en campaña ni va a figurar en su programa, ese extraño documento con el que cada cuatro años engañan a una parte de la sociedad española.
                De modo que los servicios públicos vuelven a estar en el objetivo del PP y la oligarquía socioeconómica a la que representa y, por lo tanto, la educación está en peligro. La educación pública está siendo atacada mediante dos estrategias igualmente destructivas. En primer lugar, y de forma más visible, recortando el presupuesto en educación hasta límites insoportables. Quizá la gente no lo sepa, pero hace años que en los centros públicos prácticamente no se compra un libro, no se renuevan las bibliotecas, no se actualizan los equipos informáticos, no se financian actividades extraescolares, no se realizan desdobles en idiomas o disciplinas experimentales, y a veces apenas alcanza para pagar la calefacción o la luz. Y eso por no hablar de cómo la reducción de plantillas y el aumento de las ratios ha convertido muchas aulas en espacios congestionados e irrespirables, donde los docentes no tienen tiempo ni recursos para atender a los alumnos con dificultades de aprendizaje. O por no hablar de cómo el profesorado interino es despedido sin miramientos antes de terminar el curso, para no pagarle las vacaciones, como si las personas fueran kleenex que se usan y se tiran. En fin, hace un tiempo nadie habría imaginado ese grado de ensañamiento contra la educación pública en país supuestamente civilizado. Pero quizá eso no sea lo peor. El sistema educativo está sufriendo un ataque mucho peligroso porque es más sutil. Se trata de un ataque ideológico. La LOMCE ha introducido en el corazón de nuestra organización escolar no sólo el modelo político autoritario del PP, que ha convertido a los consejos escolares en comparsas y a los directores en emperadores, sino también su modelo económico ultraliberal. Ahora el currículo se organiza en torno a competencias (del verbo competir), estándares, rankings… y otros conceptos del mundo empresarial que pretenden mercantilizar la educación.
                En definitiva, la educación pública, la de todos y todas, la que no discrimina, la que no adoctrina, está más amenazada que nunca aunque no lo parezca. Por eso nosotros, una vez más, hacemos un llamamiento para defenderla en la calle (participando, por ejemplo, en las Marchas por la Dignidad del 28 de mayo), en las urnas (no votando a las derechas ni a sus sucedáneos) o en los foros de debate (acudiendo a la IV Jornadas Estatales por la Educación Pública que está organizando ADEPAB para los días 8 al 10 de julio). Ya iremos informando.





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