Sí, ya lo sabemos,
estamos en un país donde se ha deconstruido hasta la tortilla
de patatas, lo cual, si tenemos en cuenta que
una deconstrucción es “el desmontaje de un concepto o de una
construcción intelectual por medio de su análisis, mostrando
así contradicciones y ambigüedades” eleva a
la categoría de construcción intelectual al susodicho celtibérico
plato. En esta misma línea, será de esperar que se deconstruyan dos
cosas muy nuestras: el jamón y la Constitución. ¿Por qué no? Lo
del jamón lo dejamos a otras cabezas, pero en “la
Consti”, podríamos poner el granito de
arena.
De partida, contamos con
la oposición de mover ni un ápice por parte de la derecha. Es
normal. Ellos están llegando ahora. En su momento ya costó tragar
con aquello a lo que entonces era Alianza Popular, y Don Manuel (que
luego fuera también presidente del PP) ya dejó claro su “sí,
PERO”. Tenía que pasar por el aro para no
quedarse fuera de juego, pero aquel cúmulo de rojeces que llamaban
constitución, no le gustaba un pelo. Ya lo hemos contado en alguna
ocasión: en provincias, los otros partidos fletaban coches de los
militantes para salir por todos los pueblos a explicarla, y era
incluso frecuente que viajaran en un mismo auto gente del PCE,
del PSOE y de UCD. El PP de la época (AP) no
movería un dedo porque aquello saliera para adelante. Han pasado ya
38 años y parece que ya la van entendiendo un poco, y ahora que
llegan ellos no van a consentir que nadie la vuelva a tocar. Bueno
sí, si es con el PSOE, de la noche a la mañana, para cambiar el
artículo 135 y poner
primero a bancos y grandes capitales antes que
a las necesidades de los españoles y españolas, saltándose las más
elementales normas de acuerdo democrático y el tan manido
“espírituconstitucionalquetrajoelprogresoalosespañoles”,
entonces, aunque sea justo lo que no hay que cambiar, que se cambie
cuanto antes. ¡Qué humillación para un país que intereses
privados te obliguen a cambiar tu propia Constitución! Aún así, a
PP y PSOE les faltó tiempo.
Pero en fin,
deconstruyendo, que es gerundio. ¿Por qué no poner, de verdad, el
poder en manos de la ciudadanía? Ya está (al menos en el papel) el
legislativo e indirectamente el ejecutivo, ¿por qué no también el
judicial? ¿Por qué no garantizar, con firmeza, el Estado del
Bienestar?¿Por qué no modificar
y sentar unas bases constitucionales para que la ley electoral
sea medianamente justa? ¿Por qué no los votos para una ciudad o
pueblo son los globales de esa ciudad o pueblo, los de una autonomía
son los globales de esa autonomía y los estatales son al tiempo los
de todo el Estado? ¿Por qué no garantizar que si España es un
estado laico, se plasme sin medias tintas? ¿Por qué no dar al
senado un papel coherente y útil de verdad? ¿Por qué no hacer que
además sirva como piedra angular hacia un federalismo? ¿Por qué no
que el Jefe de Estado sea
elegido y no el imprevisible resultado de un
coito entre una clase especial?
En
fin, que hay tajo por delante, y solo es cosa de pensar si el futuro
lo queremos para que un puñado de poderosos sigan
partiendo el bacalao, o democratizamos esto de
verdad. ¡Feliz 6 de diciembre, feliz día de la Constitución, y que
a base del desmontaje de su concepto y de su construcción
intelectual, por medio de su análisis, mostremos sus contradicciones
y ambigüedades, y trabajemos, construyendo entonces sí, para que
cada vez sea más feliz más gente!
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