Eso es lo que hace un ejecutivo: ejecutar. Y así, ejecutando,
Mariano Rajoy y su PP han encontrado la piedra filosofal para
perdurar eternamente en el gobierno de España. Sencillamente, seguir
el consejo del padrino político de su presidente fundador,
y no meterse en política.
La política con mayúsculas, en una democracia moderna, avanzada y
no paternalista, tiene tantas reglas, es tan exigente, tan erizada
está de derechos y libertades, que termina por agotar a cualquier
gobierno. Por eso Rajoy y sus ministros se resisten como niños
remolones a cumplir con las normas más elementales de la democracia:
no comparecen
ante el Congreso cuando están en funciones, y cuando
gobiernan en minoría utilizan todas las artimañas legales para
vetar, paralizar, bloquear y ralentizar lo que aprueba el Parlamento,
depositario de la soberanía nacional. Eso sí, con
la complicidad activa del PSOE y de Ciudadanos: vetar las iniciativas
del legislativo para que el ejecutivo gobierne según
los dictados del IBEX 35.
Ya se sabe que a los ejecutivos del PP, que no se meten en política,
les agota estudiar Historia y Política y Filosofía, ignoran la
división de poderes y se pasan por el forro a Montesquieu y a
Rousseau y a todos los que vinieron detrás, porque todo esto lo ven
de verdad algo very difficult. No se extrañen: su ideología
proviene también de la tradición política de la derecha más
extremista. No respetan al Congreso, porque ellos tienen como
programa político la acción. En su caso la acción de gobierno,
exenta de responsabilidad ante las cámaras parlamentarias. Bueno,
para ser justos, solo se sienten exentos de obedecer al Congreso,
porque al
Senado, donde tienen mayoría para apañar a su antojo, les encanta
ir a dar sus explicaciones. En el Senado, con el 62,5%
de diputados del PP, aunque el PP solo obtuviera el 29,96% de votos
en las últimas elecciones, son capaces de crear una Comisión de
Investigación que apruebe por mayoría absoluta que el finiquito en
diferido fue una artimaña de los comunistas para que la caja B de la
izquierda antisistema financiara la reforma de unos locales
anarquistas.
Así, el Congreso aprueba y aprueba… y el PP se hace el sueco: la
renta mínima de 426 euros, la derogación de la “ley mordaza”,
la derogación de la reforma laboral, la paralización de la Ley de
Educación, las amputaciones a los perros,… da igual lo que se vote
y da igual lo que se apruebe. Como todos ya sabemos, porque nada de
cambio notamos en nuestro país y nuestras vidas.
Ahora bien, tan denunciable realidad no nos ciega: sabemos a lo que
juega el PP, a minimizar la democracia para minimizar el rechazo que
producen sus manejos. En esta nueva etapa de nuestra democracia,
desde
que el PSOE de Susana Díaz y Felipe González le dieron su voto
disfrazado de abstención, Rajoy se maneja como
capitán torpón en una regata contra contrincantes de secano: por
cada vez que mete la pata, la oposición la mete tres… y así, el
capitán Rajoy, cuca el ojo como si vistiera un parche marinero y
echando humo por su pipa de Popeye, navega hacia el próximo puerto
electoral, sacando cada vez más millas de ventaja a sus
perseguidores. La oposición parlamentaria, con un PSOE dividido, con
un Podemos al que solo le salva la debacle socialista, con una IU
aparentemente ausente, y con Ciudadanos actuando de muleta de Rajoy,
deja las puertas abiertas a una nueva victoria de los populares.
Ellos ejecutan; en política, que se metan otros.
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