domingo, 26 de marzo de 2017

EJECUTAR

Eso es lo que hace un ejecutivo: ejecutar. Y así, ejecutando, Mariano Rajoy y su PP han encontrado la piedra filosofal para perdurar eternamente en el gobierno de España. Sencillamente, seguir el consejo del padrino político de su presidente fundador, y no meterse en política. 
La política con mayúsculas, en una democracia moderna, avanzada y no paternalista, tiene tantas reglas, es tan exigente, tan erizada está de derechos y libertades, que termina por agotar a cualquier gobierno. Por eso Rajoy y sus ministros se resisten como niños remolones a cumplir con las normas más elementales de la democracia: no comparecen ante el Congreso cuando están en funciones, y cuando gobiernan en minoría utilizan todas las artimañas legales para vetar, paralizar, bloquear y ralentizar lo que aprueba el Parlamento, depositario de la soberanía nacional. Eso sí, con la complicidad activa del PSOE y de Ciudadanos: vetar las iniciativas del legislativo para que el ejecutivo gobierne según los dictados del IBEX 35.
Ya se sabe que a los ejecutivos del PP, que no se meten en política, les agota estudiar Historia y Política y Filosofía, ignoran la división de poderes y se pasan por el forro a Montesquieu y a Rousseau y a todos los que vinieron detrás, porque todo esto lo ven de verdad algo very difficult. No se extrañen: su ideología proviene también de la tradición política de la derecha más extremista. No respetan al Congreso, porque ellos tienen como programa político la acción. En su caso la acción de gobierno, exenta de responsabilidad ante las cámaras parlamentarias. Bueno, para ser justos, solo se sienten exentos de obedecer al Congreso, porque al Senado, donde tienen mayoría para apañar a su antojo, les encanta ir a dar sus explicaciones. En el Senado, con el 62,5% de diputados del PP, aunque el PP solo obtuviera el 29,96% de votos en las últimas elecciones, son capaces de crear una Comisión de Investigación que apruebe por mayoría absoluta que el finiquito en diferido fue una artimaña de los comunistas para que la caja B de la izquierda antisistema financiara la reforma de unos locales anarquistas.
Así, el Congreso aprueba y aprueba… y el PP se hace el sueco: la renta mínima de 426 euros, la derogación de la “ley mordaza”, la derogación de la reforma laboral, la paralización de la Ley de Educación, las amputaciones a los perros,… da igual lo que se vote y da igual lo que se apruebe. Como todos ya sabemos, porque nada de cambio notamos en nuestro país y nuestras vidas.
Ahora bien, tan denunciable realidad no nos ciega: sabemos a lo que juega el PP, a minimizar la democracia para minimizar el rechazo que producen sus manejos. En esta nueva etapa de nuestra democracia, desde que el PSOE de Susana Díaz y Felipe González le dieron su voto disfrazado de abstención, Rajoy se maneja como capitán torpón en una regata contra contrincantes de secano: por cada vez que mete la pata, la oposición la mete tres… y así, el capitán Rajoy, cuca el ojo como si vistiera un parche marinero y echando humo por su pipa de Popeye, navega hacia el próximo puerto electoral, sacando cada vez más millas de ventaja a sus perseguidores. La oposición parlamentaria, con un PSOE dividido, con un Podemos al que solo le salva la debacle socialista, con una IU aparentemente ausente, y con Ciudadanos actuando de muleta de Rajoy, deja las puertas abiertas a una nueva victoria de los populares.
Ellos ejecutan; en política, que se metan otros.

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