A
pocas horas de despedir al año viejo, de dar la bienvenida al nuevo
2018, queremos cerrar los ojos y por un momento soñar que tenemos en
nuestras manos algo mágico que nos va a permitir cambiar tantas y
tantas cosas que no nos gustan, que lastran nuestra convivencia.
Seamos realistas, soñemos lo imposible. Vamos a dejarnos de buenos
deseos, de simples felicitaciones de año…, al final solo se queda
en eso. Por tanto, este año es importante que deseemos una próspera
lucha y unas buenas y grandes movilizaciones para que esos deseos se
materialicen. Las cosas no caen del cielo, ni tampoco por mucho que
se deseen. Hay que pelearlas y lucharlas. Además, no tenemos nada
mejor que hacer que seguir luchando.
Ante
el desolador panorama que nos envuelve, queremos soñar con un 2018
un poco más
justo y solidario.
Pero vamos a dejarnos de cuestiones abstractas y de palabras huecas y
vacías. Vamos a centrarnos en algunas cuestiones muy concretas que
queremos que cambien o se transformen con nuestro sueño.
Puestos
a soñar, ¿es posible que se
acaben las guerras,
que no se sigan apoyando a los dictadores y déspotas que las
alimentan? ¿Las grandes potencias mirarán por el bien común y no
solo por los intereses económicos inmediatos de la oligarquía
capitalista y elitista? Soñemos que puede ser posible.
Seguimos
en nuestra imaginaria nube. Seguro que este 2018 será el año que se
trate con dignidad a los refugiados, que se cumplirán los acuerdos
sobre las cifras de acogida, que no se les culpabilizará de su
situación y no
se les dejará morir en el Mediterráneo
o en los campos-cárceles en los que se les interna. ¿Verdad que
lucharemos juntos por la desaparición de las políticas xenófobas y
de exclusión?
En
manos de Morfeo continuamos con nuestro sueño de año nuevo. ¿Será
posible que nuestro gobierno nos deje de mentir con lo de que “la
crisis ya ha pasado y que el estado de bienestar está ya de vuelta
para quedarse entre nosotros”? Soñamos que en el 2018 se van a
desarrollar políticas para combatir el paro juvenil y el de larga
duración, que coloca a estos importantes colectivos en una situación
insostenible. También estamos viendo en nuestro sueño como la
precariedad laboral
quedará atrás, que los trabajos temporales de mala calidad y con
unos sueldos de miseria pasarán a la historia y empezará a crearse
trabajo digno y decente. ¿Es mucho soñar?
Y
ya metidos en la montaña rusa de nuestro ansiado sueño, estamos
convencidos que la
corrupción se acabará,
que nos dejarán de robar, que las puertas giratorias desaparecerán,
que el nepotismo se esfumará... Porque ya estamos hartos que a los
ricos les prescriban los delitos y a los pobres los derechos, porque
no olvidamos que violentos son los que provocan la desigualdad
social, no los que luchan contra ella. Y ya puestos a soñar, ¿por
qué no jubilamos, de una puñetera vez, a la Ley
Mordaza?
En
nuestro sueño también visualizamos como en el próximo año se
acabará con la violencia machista hacia las mujeres. Todos los
grupos políticos y la sociedad en su conjunto harán de esta batalla
un
objetivo prioritario,
facilitando todos los recursos y esfuerzos en esta lucha. Nos
queremos vivas, basta ya de mirar hacia otro lado. ¿Se quedará en
un simple sueño o pasaremos a la acción?
Los recortes en Sanidad, Educación y
Dependencia también aparecen flotando en nuestro sueño. En el 2018,
las tijeras y motosierras a estos pilares de la cohesión social
pasarán a mejor vida. Tendremos una sanidad universal, pública y
gratuita, se volatilizarán los copagos y repagos sanitarios. Soñamos
que se potenciará la Educación Pública, con más profesorado y
recursos, que el
futuro Pacto Educativo
partirá de las necesidades reales de nuestra escuela y dejará en el
cubo de la basura la mercantilización de la educación. El nuevo año
será en el que, de una vez por todas, se activará la ley de
Dependencia, se agilizarán sus trámites para el reconocimiento y
valoración de las personas necesitadas.
Nos
quedan flotando en nuestro sueño tantas y tantas cosas que queremos
cambiar con la entrada del 2018: lucha contra el
cambio climático;
potenciación de las energías renovables; eliminación del tráfico
intensivo en nuestras ciudades, que contamina genera ruidos y no deja
espacio a las personas; erradicación del consumismo alocado que está
provocando la destrucción del planeta y generando efectos perversos
para todos,… pero algunos de estos sueños los dejamos para el
2019, no sea que de tanto soñar nos quedemos atrapados entre tanta
nube y se nos olvide seguir luchando en la reconquista de nuestros
derechos.
Comencemos
el año con mucha fuerza y ánimo, no olvidando que todas y todos
somos parte de la solución contra la pobreza, y con una mirada
impregnada de derechos
humanos sepamos
reconocer situaciones invisibles de injusticia y luchemos para que
reviertan.
Seamos
realistas, soñemos lo imposible. Los sueños se cumplen si peleamos
para que se hagan realidad. ¡La lucha sigue!
¡¡Feliz
2018!!
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