En
2015, una coalición internacional liderada por Arabia Saudí atacó
desde el aire al grupo armado de los huzíes en Yemen, desencadenando
una guerra civil que interesa económicamente a la dictadura saudita.
Tres años después, el conflicto de Yemen no muestra ningún signo
real de remitir. En medio de esta guerra se encuentra atrapada la
población civil, con miles de víctimas mortales y numerosas
personas heridas, con una
crisis humanitaria
que crece vertiginosamente. Pese a las numerosas denuncias sobre
conducta temeraria en Yemen y sobre las devastadoras repercusiones
que las violaciones graves del derecho internacional están teniendo
sobre la población civil, muchos países, entre los que se encuentra
España, han continuado vendiendo armas a Arabia Saudí y a otros
países miembros de la coalición para su uso en el conflicto. La
coalición dirigida por la petromonarquía saudita, hermanos
y grandes amigos del emérito campechano y su nene,
ha utilizado estas armas para matar y herir a civiles, destrozando
los medios de subsistencia de la población yemení, provocando una
hambruna
intolerable.
Hace
muy pocas semanas, el gobierno de Pedro Sánchez anunció
la paralización de la venta de 400 bombas de precisión láser
del ejército español a Arabia Saudí, de un contrato firmado en el
verano de 2015 entre el Ministerio de Defensa español y el reino
saudita. Pero como va siendo norma, este gobierno de Sánchez hace
bonitos gestos y anuncios de medidas y a los pocos días se rectifica
a sí mismo. Por la presión de los trabajadores de Navantia y de
Susana
Díaz,
que sigue mandando mucho en las filas pesoistas, el gobierno de la
nación, haciendo poco ruido y aprovechando la dimisión de la
ministra Montón, ha
ordenado enviar las bombas a Arabia Saudí.
Margarita Robles y Pedro Sánchez serán cómplices del infierno que
seguirá sembrando el ejército saudita con este tipo de bombas sobre
Yemen, usándolas criminalmente contra hospitales, mercados,
colegios, bodas, autobuses escolares... Otro incumplimiento más del
programa electoral de los que iban a regenerar la política con su
absoluta incoherencia falta de toda ética.
El
contrato con Navantia
para construirle cinco corbetas a la dictadura saudita, con la que
podrán bloquear marítimamente el suministro de alimentos a la
población yemení, estaba en el aire si se revocaba la venta de las
400 bombas de precisión. El más que probable chantaje de Arabia
Saudí ha hecho mella en el gobierno de España, pero tampoco
olvidamos la gran influencia de la proximidad de las elecciones
andaluzas con los trabajadores y trabajadoras de los
astilleros gaditanos movilizados
por su precariedad y ajenos al sufrimiento en Yemen. Una vez más,
este capitalismo feroz ha priorizado la economía a cualquier crimen
contra la humanidad. Se va a hacer negocio ayudando a matar seres
humanos, incumpliendo
los propios Tratados Internacionales
que nuestro país ha firmado. ¡Cuánto miserable!
¿De verdad tenemos que seguir fabricando y vendiendo armas para subsistir? ¿Por qué no se ha intentado reconvertir Navantia como constructora naval para otro mercado que no sea el militar? Este es un problema que viene de lejos y tiene que ver con la necesidad estratégica del cambio del sistema productivo que tenemos en este país, por lo que es responsabilidad del Gobierno y de las administraciones, también las del PSOE, crear alternativas laborales que no conlleven la posible comisión de crímenes de guerra ni tengan un impacto negativo sobre los derechos humanos.
¿De verdad tenemos que seguir fabricando y vendiendo armas para subsistir? ¿Por qué no se ha intentado reconvertir Navantia como constructora naval para otro mercado que no sea el militar? Este es un problema que viene de lejos y tiene que ver con la necesidad estratégica del cambio del sistema productivo que tenemos en este país, por lo que es responsabilidad del Gobierno y de las administraciones, también las del PSOE, crear alternativas laborales que no conlleven la posible comisión de crímenes de guerra ni tengan un impacto negativo sobre los derechos humanos.
No
olvidemos que sin armas no hay guerras y que la muerte, o mejor dicho
el beneficio extraído con la muerte, es la
razón de ser de tal industria y que vivimos en un reino de
comisionistas que hay que proteger. ¿Hasta cuándo?
Como
afirman varias ONGs concienciadas en el tema, son muchas las vidas
que están en juego y debemos negarnos a ser cómplices de crímenes de guerra. Se ha querido enfrentar a las verdaderas víctimas de un
conflicto con los sufridores de la precariedad laboral, y esto es de
una obscenidad abrumadora. Aquí no ha primado el cumplimiento de la
ley y el respeto al derecho internacional frente a cualquier otro
argumento. Se ha impuesto fabricar
como sea,
para quien sea, con el contrato que sea, con el salario que sea,
donde sea, con el horario que sea y el producto que sea. Alguien ha
aprovechado la complicada situación de Navantia para enfrentar a
trabajadores con víctimas, alguien que no es trabajador ni víctima.
Las
canas o la calvicie han cambiado el aspecto externo de estos cansinos
puentemaderos. El paso del tiempo se nota en nuestras múltiples
arrugas faciales, nos hacemos mayores,… pero nuestros principios
ideológicos siguen
intactos, dominando nuestros corazones y nuestras luchas. Por
eso, seguimos manifestando que no tenemos ninguna intención de dejar
de agitar la
bandera blanca del antimilitarismo desde esta humilde columna de
opinión. Reiteramos que estamos totalmente en contra de la industria
militar y que el desarrollo de cualquier territorio, ya sea en
Albacete o en Cádiz, no puede basarse en el sufrimiento de
inocentes.
Gritamos,
una vez más, alto y claro: ¡Sin armas, no hay guerras!
¡La
lucha sigue!
Totalmente de acuerdo... Esto es una locura y un despropósito. Sin armas no hay guerras!!!!
ResponderEliminarExcelente compañeros!! Ánimo además a ver el documental del colectivo miradas "Los hilos del tablero" para seguir tejiendo la bandera blanca de la Humanidad
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