Suele decirse (y queda muy equidistante y muy guay) que no se puede
juzgar el pasado con la mentalidad del presente. Pero tal aseveración
choca con dos obviedades. La primera, que nuestro cerebro sólo nos
permite juzgar con los esquemas mentales de nuestro tiempo. La
segunda, que en cada momento histórico existen múltiples
mentalidades, diversas y, frecuentemente, contrapuestas.
Llevado el razonamiento al 12 de octubre, algunos justifican los
crímenes cometidos durante la conquista de América alegando que
entonces había otra mentalidad, de manera que explotar y matar a los
indios y violar a las indias era lo normal y todos lo hacían y tal y
tal… Curiosamente, esos mismos opinadores tienden a ignorar otras
mentalidades vigentes en la época como, por ejemplo, la de los
vencidos. Un canto mexica lamentaba: “(…) En las paredes están
salpicados los sesos. Rojas están las aguas (…). Llorad, amigos
míos”. De igual forma, por lo general soslayan la visión de
innumerables personas decentes que, exponiendo sus vidas, denunciaron
la masacre. Fray Antonio de Montesinos amenazó en 1511 al mismísimo
Diego Colón: “Todos estáis en pecado mortal, y en él vivís y
morís por la crueldad y tiranía que usáis con estas gentes”.
Fray Bartolomé de las Casas relató cómo los conquistadores
trataban a la población indígena como “estiércol de las plazas”,
porque sólo aspiraban a “henchirse de riquezas en muy breves
días”. Felipe Guamán informó a Felipe III de que los
corregidores “no temen a Dios ni a la justicia”, sino que
“destruyen, roban y castigan cruelmente”…
O sea, que ni mentalidades, ni leches. Aquello no fue el resultado de
una cosmovisión universalmente aceptada, sino una orgía de
codicias, una inmensa escabechina que redujo la población del
continente de cien millones en 1492 a tres en 1650, según datos de
Cook y Borah. Y celebrarlo con misas y desfiles militares es un gesto
de chulería supremacista más propio del Día de la Raza que de
ningún Día de la Hispanidad. Nosotros, desde luego, le haremos caso
a George Brassens, y cuando arranque la fiesta nacional, “nos
quedaremos en la cama igual”.
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