Bueno, a ver, nosotros sabemos que el voto fetén es el que se hace a
partir de ideales, de proyectos ilusionantes y de esas cosas tan
bonitas… No somos nuevos. Nos conocemos la literatura al respecto.
Pero estamos en un momento histórico tan delicado que no podemos
despreciar otros factores movilizadores. Y una de ellos es el miedo.
Porque sí, lo confesamos: tenemos miedo. Mucho miedo.
Tenemos miedo de que gane el trifachito y amordace los derechos y
las libertades. Nos produce verdadero pavor que se pongan en
entredicho los derechos de las mujeres, ganados a base de luchas
interminables, y que se consideren enfermas o depravadas las
personas LGTBI.
Tenemos miedo de que se intenten llevar a cabo deportaciones masivas
de inmigrantes, como si fueran ganado. El simple enunciado del
propósito nos evoca los peores tiempos de la humanidad. Nos da
miedo pensar en un país sitiado por sus propias concertinas. No
entendemos cómo se pueden criminalizar acciones humanitarias como
las del Open Arms. Estamos estupefactos. Estamos descompuestos.
Tenemos miedo de que en las próximas elecciones ganen los
ultranacionalistas ibéricos, arrojen más gasolina al fuego catalán
y terminen incendiando definitivamente una situación que, si tiene
alguna solución, requiere de diálogo, de flexibilidad en las
posturas, de búsqueda de territorios intermedios…
Tenemos miedo de que esta gente se empodere y desarrolle su temible
agenda neoliberal y privatizadora. Lo hacen cada vez que pueden. En
cuanto tienen ocasión privatizan hasta los palos del sombrajo,
empezando por la sanidad, la educación, los servicios sociales, las
pensiones… Nos estremece pensar que un día nuestros hijos,
nuestras hijas, nuestros nietos y nietas… se puedan ver abocados a
vivir una vida de mierda en un mundo de miseria y desigualdad.
Sí, tenemos miedo. Pero no es el miedo de los cobardes. No nos
asustan ni lo más mínimo los fachas en ninguno de sus formatos o
presentaciones. Se trata más bien de una hondísima preocupación
por el futuro. Se trata de mezcla de desazón y rabia que nos impide
inhibirnos. Por eso, el próximo 10 de noviembre no nos quedaremos en
casa. Saldremos y votaremos, como siempre, a nuestra gente, que ahora
está en Unidas Podemos. Quién sabe, a lo mejor con un poco de
suerte el
miedo empieza a cambiar de bando.
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